En la
actualidad existen importantes transformaciones en el funcionamiento de la
economía mundial, lo que ha conllevado a cambios sustanciales en la actividad
empresarial y a la necesidad de obtener estabilidad financiera en las empresas,
viéndose obligadas a hacer un mejor uso de sus recursos, elevando la
productividad del trabajo para alcanzar mejores resultados con menos costos;
los cuales podrán ser logrados con una administración eficaz del capital de
trabajo, donde los activos corrientes son la fuente principal en la toma de
decisiones financieras a corto plazo.
De esta manera, un capital de trabajo representa un margen de
seguridad para los acreedores y una garantía para la estabilidad de la empresa,
debido a que, desde el punto de vista de financiación, es aquella parte del activo
corriente que es financiada con recursos permanentes, así mismo, la empresa
podrá cubrir parcialmente las deudas a corto plazo, pagar los cargos fijos por
intereses, los dividendos, absorber pérdidas de operación y asumir bajas en el
valor de reposición de los inventarios.
En tal sentido, el análisis del capital de
trabajo determina la posición de liquidez de una entidad, pues para que exista
liquidez el activo corriente debe ser mayor que el pasivo corriente, dando como
resultado, que el pasivo corriente financie una parte del activo corriente,
constituyendo la parte no financiada el capital de trabajo neto de la empresa.
Según
lo antes expuesto, un capital de trabajo excesivo refleja una situación
financiera desfavorable para la empresa, debido a que, si el Capital de trabajo
es excesivo, especialmente en forma de efectivo y valores negociables, quiere
decir que, existe un gran volumen de fondos que no son usados productivamente,
representando una pérdida de interés o de utilidad, este exceso de capital de
trabajo puede llevar al descuido en los costos afectándose las operaciones
financieras de la empresa.
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