Josué A Quijada B
Ha llegado
Diciembre, y con él las festividades
navideñas, durante estos días
generalmente los centros comerciales empiezan a llenarse por la afluencia de
las personas que buscan adquirir los obsequios para sus seres queridos y
amigos, todo esto, sin importar la situación económica, pues el afecto hacia estos amerita el
esfuerzo, eso es parte de las
características que hacen el ser venezolano algo especial. Por otro lado también comienzan las reuniones
y fiestas donde nunca falta el tema económico,
la inflación, lo suficientemente
fuerte como para quejarnos pero no tanto como para detener el frenesí
navideño, es tópico acostumbrado, sin embargo,
desde aquí, proponemos un tópico diferente de
conversación, un tema de Derecho y que
por tanto nos atañe a todos, lo queramos
o no. Hablemos de la Inflación
legislativa.
Para aquellos
que no manejan el Derecho este concepto puede sonar novedoso, pero en realidad no lo es, es un término que ya la doctrina a nivel internacional
ha venido manejando, en principio, muy parecido al término económico. La inflación legislativa, es la producción en masa de leyes sin
valor, sin técnica legislativa y carente de armonía con el sistema
jurídico, básicamente leyes inorgánicas, así como cuando se habla del dinero
sin respaldo que produce el desbalance económico que genera la Inflación.
¿Cuántas leyes
existen en Venezuela?; ¿Cuántas nacen
del poder facultado para legislar? Y en particular, entre 2015 y
2016; ¿cuántos Decretos Ley el Legislador habilitado ha promulgado?
Podríamos hacer un conteo formal separándolas por categorías, pero es más fácil resumirlo con una palabra:
MUCHAS. Esto se debe a una concepción
equivocada del concepto de lo que debe ser una Ley, uno de los tantos pecados del Estado, que ha venido arrastrando desde que nos
consolidamos como país democrático, pero
que vemos más claramente en este momento histórico. Una de las consecuencias más terribles de la
inflación legislativa es el desapego que en el común de los ciudadanos causa
esta cascada normativa, que paradójicamente
termina causando el efecto contrario al deseado, la otra consecuencia es la incertidumbre
entre qué ley aplicar y cual no debido a la mala publicidad hecha por los entes
y órganos públicos de que ley deroga cual y por último la desmotivación del ciudadano
responsable en mantenerse apegado a esta cambiante ordenamiento jurídico, mas no del irresponsable que se especializa
en sortearlo. En este sentido el efecto en la Seguridad Jurídica es
obvio, debido a la falta de claridad y coherencia del sistema
legal.
En la Sociología
Jurídica, se ha discutido mucho sobre el
Derecho como elemento inadvertido de cambio social, pero más interesante aun es la discusión del
Derecho como instrumento deliberado para este cambio. La sociedad normalmente se mueve a una
velocidad mayor que la del Derecho, sin
embargo en pro del principio constitucional de Seguridad Jurídica el Derecho
frena este tren desbocado, sin embargo
cuando pasa lo contrario, cuando es el
Derecho el que se mueve, arrastra a la
sociedad junto con él. Por
supuesto, la pregunta en nuestro caso
específico es, ¿qué tipo de cambio puede
generar un bloque de leyes que no guarda relación con la Constitución? Causa un poco de miedo pensarlo, aunque tal vez solo sea lo que hemos
mencionado con anterioridad, desapego
por la Ley y que no dista mucho de lo que vivimos.
Necesariamente
para poder soportar esta crisis normativa,
debemos hacer todos, un ejercicio
de conciencia, se trata solamente de
entender el espíritu y propósito de la Ley.
El estado debe entender que ésta no es un instrumento de control, es un instrumento de regulación de ejercicio
de las libertades, y que debe hacerse para
el hombre justo y cumplidor del Derecho,
no desde la lógica de que todos quieren romperla, pues estas leyes super-estrictas generan más
incumplimiento que otra cosa. Por otra
parte la Población debe entender que la Ley es algo de todos los días que forma
parte de nuestra vida que no es una jaula,
sino el medio que nos permite a todos poder ser llamados
ciudadanos, aprovechemos estas
festividades para conversarlo con nuestros seres queridos e internalizarlo y crear un cambio de
pensamiento. Ese cambio de pensamiento
de autoridades y población sería el mejor regalo navideño que podríamos esperar
pues sería la verdadera paz. Feliz
Navidad a todos.
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